Estamos transitando por una etapa de transformaciones a nivel mundial, transformación que nos obliga a replantearnos a diario el funcionamiento de las estructuras y paradigmas con los que hemos crecido. Esto significa nuevos desafíos, lo que inevitablemente podría generar en muchas personas una gran incertidumbre o una sensación de agobio interminable. Sin embargo, estos cambios pueden transformarse en grandes oportunidades si somos capaces de analizarlos desde todas sus dimensiones.
Hoy las personas demandan cambio, se han convertido en actores activos y mucho más conscientes de todo lo que los rodea. Por lo mismo, la sociedad exige que las cosas que están impactando negativamente en sus vidas se reviertan.
Además, el acceso a la información y la velocidad con la que esta se propaga han permitido que la sociedad en general se apropie de demandas locales para transformarlas en colectivas y así visibilizar las necesidades desde distintos rincones del planeta.
Esta serie de transformaciones, que constituyen un gran cambio de paradigma, el que se compone por 3 fenómenos que se entrecruzan y potencian entre sí: la crisis de sentido, el cambio o emergencia climática y la 4ta revolución industrial. Todo parece indicar que están remeciendo el mundo.
La crisis de sentido se está gestando dentro de las personas, quienes sienten insatisfacción y desmotivación en muchas áreas de sus vidas, provocando infelicidad y una profunda necesidad de generar cambios profundos en la forma de hacer las cosas y construir una nueva sociedad, una sociedad distinta de cara al futuro.
Por su parte, el cambio climático ya queda atrás porque lamentablemente ya tenemos que hablar de emergencia climática: las alteraciones al medio ambiente están generando severos daños en el mundo y afectando a muchas personas. De aquí derivan la migración, los desplazamientos forzados y la incertidumbre en un panorama que desde la ciencia solo augura seguir profundizando la problemática.
La 4ª revolución industrial y sus nuevas propuestas en torno al encuentro de diversas disciplinas, la automatización, interconectividad y la tecnología, va a afectar nuestra vida cotidiana y la vida laboral como nunca antes hemos visto, por lo menos no a la velocidad que se está dando generando nuevas brechas, y la necesidad de desarrollar nuevas competencias. Cambios a gran velocidad, frente a nosotros, ¿cómo hacemos para que nuestro modelo de negocio se adapte? ¿Reflexionar y leer el próximo movimiento? Es posible.
A lo largo de la historia, los empresarios siempre han cumplido un rol fundamental en la sociedad y hoy tienen en sus manos la posibilidad de sentarse a mirar los temas que las personas están poniendo sobre la mesa, sobre los cuales tienen mucho que decir.
Dentro de las empresas el llamado es a construir relaciones cercanas con todos los grupos que interactúa cada organización, con el objetivo de que cada persona pueda desarrollarse profesional y personalmente, y, a su vez, se puedan alinear los intereses personales con los de cada compañía. Esto moviliza un trabajo colectivo que facilita y potencia el cambio.
Fuera de las empresas, se deben considerar los intereses de todos los grupos de interés y así poder mirar el escenario completo, sumando el interés por el impacto que tienen las compañías en el entorno y las comunidades, buscando siempre que este sea capaz de mejorar, de alguna forma, la calidad de vida de las personas.
Las empresas tienen la posibilidad concreta de tomar un rol transformador en el escenario de constante cambio al que nos enfrentamos, con su experiencia y visión. Los empresarios que logren comprender estos cambios y que se adapten a este nuevo escenario serán los que aporten a la sociedad y que acompañen de cerca el desarrollo de este nuevo mundo: ellos son los empresarios del futuro.