Alexis Camhi

Equidad, igualdad y Maslow

Las palabras son importantes para explicar la realidad, y ser específico ayuda cuando la intención es grande: que la sociedad pueda crecer y superar la crisis de sentido que vivimos. ¿Qué es lo que está cambiando y en qué parte podemos asegurar un piso social que permita que las personas desarrollen sus competencias y aporten a la sociedad?

 

En la mentalidad de la abundancia las relaciones no son de suma cero: no tiene que ver con que si yo gano, tú pierdes. O que al final todos estemos convencidos de que no puedo ir por 200, cuando el resto está feliz en 120, la igualdad es igualdad, dirán. Pero no hay que ser empresario para darnos cuenta que debemos movernos hacia una cultura en la que la generación de valor se materialice entre todos los colaboradores, todos los que fueron convocados o se sumaron a la idea de que las empresas pueden y deben contribuir a la sociedad. El poder es el alimento del ego, si logras controlarlo podrás ocupar parte de él o dirigirlo hacia cosas importantes, fuera del espejo y más cerca de la ventana.

Cuando lo hacemos vemos que la crisis de sentido de la sociedad requiere encontrar un camino sustentable hacia la equidad, una equidad que asegure el desarrollo de todas las capacidades y talentos puestos en juego, sin que por ello no se opte a incentivos, partiendo por la rentabilidad propia de la actividad que ofreces y vendes. La transcendencia también se puede lograr desde la economía solventando un modelo que permita el desarrollo de políticas y soluciones que admiten la existencia de un piso digno en, por ejemplo, Educación, Salud, Vivienda y Previsión para que luego el mercado defina las ofertas y precios de proveedores y colaboradores en aquellas causas que convoquen las expectativas de los innovadores y creativos que aportan soluciones reales, observables.

La equidad, a diferencia de la igualdad, supone una cancha pareja donde no se valen los privilegios para sacar ventaja y en donde, a medida que la sociedad progresa, se establecen pisos comunes cada vez mejores sin restringir la voluntad de aquellos que quieren ir por más.

 

Mientras, aprendes a controlar el poder de un ego que siempre quiere jugar sólo. Y esto bien pudo demorar algunas generaciones -cada uno lleva a lo menos una pirámide de Maslow sobre sus hombros- pero hoy, en la era de la colaboración y de crisis de sentido, cuando colaboramos juntos, es porque estás convencido de que esto se trata de hacer aportes sustantivos a la sociedad, el planeta o el futuro.

“Lo que un hombre puede ser, debe serlo”, Abraham Maslow.

En la pirámide de Maslow el autor ordenó las necesidades humanas en una jerarquía. Para poder ir subiendo escalones, es necesario que se vayan satisfaciendo las necesidades de los peldaños anteriores. Nuestro progreso dependerá de nuestras propias acciones, de la actitud activa que adoptemos para seguir avanzando.

 

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